martes, 8 de mayo de 2012

Biografia de Jaén

   Jaén es una ciudad y municipio español de la comunidad autónoma de Andalucía, capital de la provincia homónima. Ostenta el título de «Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jaén, Guarda y Defendimiento de los Reynos de Castilla» y es conocida como la «capital del Santo Reino».[4] Cuenta en 2011 con una población de 116 781 habitantes según el INE,[5] lo que supone aproximadamente una sexta parte de la población de toda la provincia. La ciudad se enmarca dentro del área metropolitana de Jaén de la que es cabecera, y absorbe un tercio de la población total de la provincia de Jaén. Su superficie es de 424,30 km².[6] También es sede del partido judicial número 1 de la provincia[7] y de la diócesis homónima.
Se alza al pie del cerro de Santa Catalina, con calles empinadas y de pronunciadas pendientes que definen su urbanismo, ensanchándose hacia las zonas más llanas y amplias de los nuevos barrios y bulevares. En sus alrededores abundan fértiles tierras de cultivo, y extensos olivares que cubren gran parte de su término. Hacia el sur y el sureste se encuentran las sierras de Jaén y Jabalcuz, y al norte se abre el llano del río Guadalbullón, que pasa a muy corta distancia de la ciudad.
Debido a su situación, Jaén ha tenido una gran importancia estratégica, habiéndose encontrado en su núcleo urbano varios de los asentamientos humanos más antiguos de Europa.[8] Del mismo modo, tuvo gran importancia en la historia de al-Ándalus y del reino de Castilla.
La actividad económica más importante de la provincia de Jaén es la producción de aceite de oliva, siendo la mayor productora mundial, lo cual queda patente bajo el lema que recibe la ciudad, como «Capital mundial del aceite de oliva».[9] En este sentido, la ciudad alberga desde el año 1983 y de forma bienal Expoliva, una feria internacional de referente mundial dedicada al sector del aceite de oliva e industrias afines, celebrada actualmente en la Institución Ferial de Jaén.[10] No obstante, la economía también está basada en el sector servicios, la administración, la industria agrícola y alimentaria, la construcción, y un incipiente turismo cultural.
Entre su patrimonio histórico-artístico, cabe destacar la catedral de la Asunción de la Virgen, el castillo, con sus tres alcázares, los Baños Árabes y el emblemático monumento a las Batallas, situado en la céntrica plaza de las Batallas, que conmemora la batalla de Las Navas de Tolosa y la batalla de Bailén, ambas acaecidas en la provincia de Jaén.
Las fiestas populares más representativas de Jaén son las «Lumbres de San Antón», que se celebran la noche del 16 al 17 de enero. Durante esa noche se corre la Carrera Urbana Internacional Noche de San Antón. En octubre se celebra la feria de San Lucas. Su origen data del siglo XIV, siendo su día grande el 18 de octubre. Especial mención tiene la Semana Santa de Jaén, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional,[11] teniendo gran expectación la procesión de «El Abuelo», durante la madrugada del Viernes Santo.
En la actualidad algunos proyectos a realizar en la ciudad son la finalización del sistema tranviario y cercanías del área metropolitana, el Museo Internacional de Arte Íbero y la construcción de las infraestructuras necesarias para la conexión ferroviaria con trenes de AVE.



 

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Historia de Granada - El paleolítico


En las planicies del noreste de la provincia se han realizado importantes excavaciones en las que se han encontrado restos de fauna de entre 0,8 y 2 millones de años de antigüedad entre las que hn aparecido restos que en un principio se atribuyeron a seres humanos pero, con el paso de los años, esta hipótesis parece perder fuerza. El alborozo con que al principio se recogieron los resultados de las investigaciones y excavaciones del profesor Gibert en el yacimiento de Vena Micena (en Orce, cerca de Baza) parece haber dado paso a cieto escepticismo aunque es de reconocer que la polémica ha despertado el interés por la paleontología en muchos granadisnos, ante el atisbo de que pudiera ser aquí en donde se encontrarran los restos de los primeros pobladores de la Península Ibérica. Este papel parece habérselo atribuido, sin paliativos el yacimieto de Atapuerca, bastante lejos de estos pagos.

Así, los primeros restos de antecesores del ser humano que parecen gozar de unanimidad en la comunidad cinetífica son los hallados en los yacimeintos de La Esperanza (Loja) y de La Solana del Zamborino (Fonelas), ambos del período paleolítico superior (hace alrededor de 600.000 años), al oeste de la capital y en los que parece apreciarse la existencia de alguna organización social y los primeros pasos de una economía de recolección y carroña a prácticas de caza mayor, mejor dominio de la fabricación de herramientas líticas y primeros signos de ritos funerarios.

Del paleolítico medio (hasta hace unos 40.000 años) se han descubierto ya numerosos restos en varios yacimientos en la Sierra de Harana y destaca el de La Carigüela (Píñar) del que parece deducirse la intensa presencia de individuos de ll género homo, especie Sapiens, género Neanderthalensis.

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Paleolítico Neolítico Edad de los metales Fenicios y griegos Iberos Romanos Visigodos


Historia de Granada - El neolítico


Reemplazados ya por el homo sapiens sapiens, nuestros antepasados directos, toda la provincia esta sembrada de yacimeintos del paleolítico inferior y del neolítico. En esta fase, la cultura de la recolección y la caza es reemplazada progresivamente por la agricultura y la ganadería y los yacimientos ya contienen restos de piezas de alfarería.

Entre los años 7.000 y 3.000 a.C. subsisten en la provincia nuerosos asentamientos de este tipo, en los que se va prefiriendo el terreno llano a las cuevas de las montañas (ya no había miedo a las fieras) y se empiezan a ocupar las vegas, ricas para la primitiva agricultura y el pastoreo. A pesar de esto, es lógico que, de haberse conservado algunos restos, hayan sido encontrados en su inmensa mayoría en cuevas, al abrigo de las inclemencias meteorológicas. Por eso los mayores yacimientos son los de La Carigüela y La Ventana (Píñar), la Cueva del Agua (Huétor Santillán), Las Majólicas (Alfacar), cuevas de La Mujer, del Agua, Los molinos y Sima Rica (Alhama) y las cuevas del Capitán, Los Intentos y Las Campanas (Motril). Del final de este período se han descubierto en la Cueva de ls Murciélagos (Albuñol) labores de cestería perfectamente conservadas, granos de trigo y piñones, fragementos de cerámica, punzones y objetos de uso personal en bastante buen estado de conservación.



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Historia de Granada - Edades de los metales


La llegada de la Edad del Cobre trajo la expansión de los asentamientos (hay más de 500 datados entre el año 3.000 y el 1.800 a.C.) por toda la provincia y se caracterizó por el uso de este nuevo metal, de los que se han encontrado numerosísimas piezas, y por la construcción de grandes monumentos megalíticos y construcciones funerarias, entre los que destacan los existentes en Montefrío, en el paraje conocido como La Peña de los Gitanos y los que exiten en el valle del río Gor, éstos en íntimo contacto con la Cultura de los Millares, que se desarrolló en lo que hoy es la vecina provincia de Almería. En este etapa, se intensifica el desarrollo de la agricultura y con ella, se desarrollan nuevas técnicas y herramientas; de todo esto se conservan miles de piezas, entre las que destacan las hachas, los restos de molinos naviformes y de silos y la cerámica campaniforme. A esta época corresponden también los primeros restos descubiertos de pintura rupestre, cronológicamente bastante retrasados frente al resto de la península y de notable simplicidad; nuestras de este arte rupestre hay en la Piedera del Letrero de los Mártires (Huéscar) y en bastantes puntos diseminados por la Sierra de Harana o de los Llanos de Carchuna y en otros lugares dispersos por toda la provincia.

La edad del bronce (aproximadamente entre los años 1.800 y 1.000 a.C) está marcada por la notable influencia de la vecina Cultura de Argar que, desde Almería, se extendió por todo el sureste español, abarcando el territorio que hoy corresponde a las provincias de Almería, Murcia, Granada y Jaén. En esta época, los pobladores ya están distribuidos en poblados permanentes con viviendas hechas de madera y rodeadas en ocasiones de cercas de piedra. Se trata de poblaciones purramente agrícolas que cultivan el trigo, la cebada y las legumbres y a la vez practican la ganadería de ovejas, cabras y cerdos. Para mantener este modo de vida, aparecen construcciones especializadas como las cisternas de agua, incipientes regadíos, silos para almacenar el grano, viviendas elevadas sobre pilares, etc. Los principales asentamientos de esta época excavado hasta la fecha son los existentes en el Cerro de la Encina (Monachil), Cuesta del Negro (Purullena) y Cerro de la Virgen (Orce).

A partir del año 1.000, la cultura argárica almeriense va perdiendo peso en favor de la creciente importancia de la cultura tartésica que se está desarrollando en el vallle del Guadalquivir. Será por esta vía por donde entre el nuevo metal, el hierro, que va a marcar un cambio muy significativo en la historia de la provincia ya que de la mano de los tartésicos llegarán nuevas rutas de comercio, nuevas técnicas de cultivo y, simultáneamente se producirá la llegada a nuestras costas de viajeros de tierras lejanas, por el sur, y de nuevos pobladores iberos por el norte. Una de las consecuencias de estos nuevos tiempos fue que los poblados pasaron ahora a construirse en lugares que reuniesen dos condiciones: por un lado, que ocupasen lugares adecuados para promover el comercio y controlar las rutas comerciasles; por otro lado, debían ser lugares aptos para ser amurallados y defendidos. Con esta idea, por ejemplo, se desarrolló un poblado en el Cerro de los Infantes de Pinos Puente que mantenía contactos comerciales hacia Almería y hacia el valle del Guadalquivir.

Durante los primeros siglos de este milenio se va a producir también una definitiva pérdida de toda clase de identidad exclusiva porque, al igual que en el resto del Mediterráneo, el aumento de la población, las mejoras de las técnicas de navegación y la expansión de nuevas formas sociales y de organización política va a remover hasta los cimientos todo signo de cultura anterior, proceso que culmina poco antes de nuestra era con la expansión del imperio romano.


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Historia de Granada - Fenicios y griegos

Fueron los fenicios los primeros en llegar a las costas del sur mediterráneo español, donde establecieron diversas factorías enlazadas entre sí a través de las cuales vendían sus productos y obtenían productos locales para exportarlos hacia sus ciudades de origen. Las principales colonias fueron las de Gadir (Cádiz), Malaca (Málaga), Sexi (Almuñécar) y Abdera (Adra). Tras la batalla de Alalia (250 a.C.) el centro de gravedad político y económico se desplazó desde Tiro hasta Cartago, lo que favoreció la entrada nuevos pobladores y comerciantes en todo el sur español.

En particular, en la provincia de Granada, de los restos descubiertos en las excavaciones de la antigua Sexi se deduce que existió un importante comercio de cerámica y de las mercancías propias del mediterráneo: trigo, aceite y vino. El cultivo del olivo y de la vid fue segurmente impulsado por los comerciantes fencios, ya que se trata de mercancías fácilmente almacenables y transportables; trajeron también notables adelantos técnicos como el uso del carro como medio de transporte y el perfeccionamiento del arado. En los yacimientos de Puente de Noy y de San Cristóbal se han encontrado, además, tumbas con un particular sistema de pozo con nichos laterales en las que se han encontrado ánforas de alabastro con inscripciones griegas, urnas funerarias y ajuares mortuorios.

Es posible que esta mayor presencia en la costa se tradujese en una penetración hacia el interior, teniendo en cuenta que para una implantación cultural no es necesaria la ocupación militar del terreno, sino que la simple aparición de nuevas técnicas de cultivo y mejores procesos de producción permite que las culturas se expandan lentamente mediante el comercio y la comunicación, por lo que no es difícil suponer que las tierras altas de la provincia también recibieran el influjo de los pueblos fenicios y se sumaran al comercio de los productos propiamente mediterráneos, trigo, aceite y vino, tomando de los fenicios sus técnicas de cultivo, su moneda, y estableciendo nuevas rutas comerciales hacia la costa a través del Boquete de Zafarraya y del rio Guadalfeo.

Esta pujanza de fenicios y cartagineses impidió que la otra potencia comercial de aquella época en el Mediterráneo, Gracia, llegase a implantarse en el sur de la península y aunque han aparecido algunos restos de cerámica de vidente origen griego (Necrópolis de Tútugi y Cerro del Real de Galera), no da la sensación de que hubiese existido un efectivo asentamiento sino una serie de contactos esporádicos e intercambios comerciales aislados.

 

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Historia de Granada - Iberos

Al mismo tiempo que por el mar se producía la llegada de comerciantes y pobladores fenicios y cartagineses, desde el interior de la península se estaba expandiendo simultáneamente un grupo de pueblos agrupados bajo el nombre de iberos que, al parecer no guardaba entre sí ninguan cohesión sino que era el fruto de alginas ciudades que habían tenido cierto éxito agrícola, comercial o militar y habían conseguido prosperar y crecer hasta el punto de necesitar nuevas rutas comerciales, productos o, simplemente, territorio donde asentar su excedente de población. Como continuación (bastante lógica por otra parte) de las culturas argárica y tartésica, los iberos se organizaron en Andalucía oriental en dos grandes grupos: los bastetanos, en torno a su ciudad matriz Basti (la actua Baza) y los turdetanos, ligados a la zona comercial del Valle del Guadalquivir.

Prácticamente todo lo que hoy es la provincia de Granada estaba ligado al área comercial de los bastetanos, quienes disponían de un eficiente sistema de organización territorial basado en ciudades estratégicamente situadas junto a fértiles vegas y en las intersecciones de la rutas comerciales. Con un asombroso parecido al recorrido que actualmente tiene la autopista A92, las principales ciudades aliadas o controladas de los bastetanos eran Acci (Guadix), Illiberis e Ilurco (Pinos Puente). Hay que tener también en cuenta que junto a estas ciudades de cierta importancia (2.000/5.000 habitantes) coexistían numerosas aldeas diseminadas y pequeños núcleos dispersos de población y que el sistema político propio de cada uno de ellos podía variar desde la monarquía a la tribu más pura y simple.

En esta época se produce un enorme avance en la agricultura, definitivamente convertida en el modo principal de vida y en las técnicas de cultivo y transporte; el regadío se generaliza en fértiles vegas; se refuerza la importancia del caballo como medio de transporte y como medio de combate; la moneda se generaliza como medio de pago y la riqueza se convierte en divisa diferenciadora entre clases sociales. Es precisamente de los enterramientos de las clases altas de lo que más restos han quedado en yacimientos como los de Galera, Baza y El Cegarralejo. Destaca entre todos estos restos la hierática Dama de Baza por su excelente conservación y que da idea del grado de refinamiento a que habían llegado los pueblos iberos de la península.

 

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Historia de Granada - Romanos

Durante el siglo IV a.C. aparece en el Mediterráneo un nuevo jugador dispuesto a tomar el relevo a cartaginenses, fenicios y griegos: Roma. Si con griegos y fenicios se trató de una disputa comercial y política que acabó con la absorcón de los territorios de ambos, Cartago disponía de suficiente poder militar para plantar cara a la nueva república y frenar sus ánimos expansionistas. Las primeras batallas se decantaron a favor de los romanos en Córcega, Cerdeña y Sicilia pero el verdadero campo de batalla fue la península ibñerica, en donde ambos contendientes emplearon buna parte de sus fuerzas.

La expusión de las islas italianas forzó al los cartaginenses a dirigir sus pasos, para garantizar su propia supervivencia como potencia comercial y militar, hacia la península. Amílcar Barca desembarca con sus tropas en Cádiz en el año 237 a.C. sometiendo todo el valle del Guadalquivir dirigiéndose entonces hacia el este, llegando al territorio de los bastetanos, dejando a un lado a los lusitanos que parecían un rival más difícil y tenían menos interés político y económico ya que estaban menos desarrollados y existían menos ciudades aptas para implantar un sistema de ciudades aliadas; además interesaba dirigirse hacia el este para frenar en lo posible el avance de los romanos.

Frente a Barca, los romanos envían a Publio Cornelio Escipión al frente de un notable ejército quien consigue derrotar al cartaginés e integra, aproximadamente hacia el año 200 a.C., toda la provincia de Granada en la órbita del imperio romano. Esta inicial ocupacion no fue, sin embargo, todo lo intensa que se podría esperar de un pueblo metódico y bien organizado como era el romano debido a que, por un lado, existió resistencia entre los pobladores hacia el conquistador y, por otro lado, a que la turbulenta situación política interna de la república romana de los siglos II y I a.C. tampoco favorecía la expansión. Existe, incluso, constancia de que alrededor del año 197 a.C se produjero revueltas contra el ocupante romano en la zona de la Alpujarra.

En cualquier caso la venida de Julio César hasta tierras hispanas para luchar contra su rival Pompeyo acabó determinando el estableciminto definitivo del Roma, con su cultura, su organiación, su mneda y su lengua en la provincia de Granada. Incluso algunas ciudades cambiaron temporalmente sus nombre para mayor gloria de los nuevos conquistadores: Iliturgi fue Forum Juluim, Artigi (Alhama) fue Juliense y Vesci (Huétor) fue Faventia.

El establecimiento del imperio en Roma, a partir del año 31 a.C. supuso la llegada definitiva de la pax romana a la península. La actual provincia de Granada quedó dividida entre las provincias romanas Tarraconensis (todo el noreste de la provincia) y Bética (el centro y oeste, el valle del Genil). En Guadix se estableció una importante colonia y puesto militar (Julia Gemella Acci) en la que se levantaron importantes templos y edificaciones siguiendo los cánones y la estética de la metrópoli. La agricultura conoció un avance notable con la incorporación de nuevas técnicas de regadío y del arado romano. Se establecieron caminos siguiendo el esquema romano de calzadas que enlazaban cada una de las ciudades y se construyeron pequelos circos y teatros conforme al signo de los tiempos.

La economía en su conjunto conoce un crecimiento significativo al abrigo del comercio interno y con la propia metrópoli y se explotan minas, se comercia con productos de la pesca hacie el interior, el vino y elaceite parten por mar hacia Roma.

La propia Illiberis crece durante esas fechas hasta disponer de foro, anfiteatro, y templos, santuarios, gimnasios y termas. Las construcciones civiles se extienden por toda la provincia y se generalizan los acueductos y baños (La Malaha, Alhama, Graena, Sierra Elvira, Lanjarón...).

Toda esta bonanza y prosperidad comienza a desmoronarse a finales del siglo II de nuestra era, a la par del propio debilitameinto de la Roma imperial bajo la presión de los publos bárbaros del norte: el comercio sufre una fuerte regresión y las ciudades empiezan a fortificarse para prevenir las hordas de vándalos que abren paso a la dominación visigoda sobre la península y sobre la provincia de Granada en particular. El cambio del sistema agrícola del colonato romano a la implantación de la esclavitud conlleva una enorme pérdida de productividad y a falta de un nuevo esquema de poder, las ciudades optan por cerrarse sobre sí mismas y se acaba un período de prosperidad de dos siglos.

 

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Historia de Granada - Visigodos

Aunque ni remotamente podían compararse con los romanos en eficiencia y organización, los visigodos trajeron a la península un nuevo período de establidad, especialmente a partir de las campalas de Leovigildo, que pacificó el reino y derrotó a los díscolos vándalos. Este rey visigodo dividió el sur de la península en dos provincias, la de Hispalis, en tornoa Sevilla, y la Bética que ocupaba lo que ahora son las provincias de Málaga, Jaén, Almería y Granada.

El período visigodo se caracteriza, al igual que en el resto de la península por el establecimiento de un sistema político clientelar basado en la división del territorio en feudos y en la agricultura aunque la debilidad de la dominación no tuvo grandes efectos económicos o sociales sino que más bien fue una incrustación de los propios visigodos en el tejido social y político preexistente. A falta de un poder central verdaderamente organizado, la acuñación de moneda se hace en distintas cecas y hoy existen monedas acuñadas en Illiberis que dan fe de los hechos de la época.

El único rasgo verdaderamente significativo de la ocupacion visigoda fue el transito desde las religiones preexistentes, una mezcla de tradiciones iberas con formas romanas, hacia el cristianismo. La prueba más patente de esta transformación es el conocido Concilio de Elvira (o de Illiberis) en el que participaron 24 obispos de la Bética y cuyos cánones se han conservado hasta la actualidad. La iglesia católica, cuya fuerza se vio notablemente incrementada en esta época ante la ausencia de fuerzas de mayor peso, dividión la provincia en dos diócesis: la de Basti, dependiente de del Obispo metropolitano de Cartagena y la de Illiberis, dependiente del de la Bética, asentado ahora en Sevilla. De esta época es también la tradición de los Varones Apostólicos, seguidores directos del Apóstol Santiago que en medio de persecuciones extendieron la religión por estos pagos; San Torcuato en Guadix o San Cecilio en Granada son sus mejores ejemplos.

Junto a la pujanza de la nueva religión coexisten minorías como los judíos de Garnata Al-Yahud, un arrabal cercano a Illiberis emplazado en lo que hoy es el barrio del Realejo y es de suponer que seguiría existiendo una parte de la población que mantendría sus creencias tardorromanas, especialmente entre las clases más pudientes.

 

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Historia de Granada - Invasión musulmana

Para conocer los motivos que impulsaron a los musulmanes, es necesario consultar la historia del reino visigodo y concretamente la del último rey, Don Rodrigo. En estas fechas los árabes estaban plenamente establecidos en todo el Magreb y habían islamizado a las diferentes tribus bereberes que aqui se encontraban. Muy pronto empezaron a mostrar interes por las ricas tierras de la Península Ibérica y la conquista de las mismas sería cuestión de muy poco tiempo.

La primera incursión la realizó el gobernador musulmán del Magreb central, Musa b. Nusayr, quien en el 710, ordenó una expedición de 400 hombres al mando de un oficial bereber, Tarif, que ocuparía una pequeña isla a la que llamaron Yazirat Tarif (la isla de Tarif) y que todavía hoy coserva su nombre, eso si castellanizado, Tarifa.
La cosa pareció ir tan bien que animó al lugarteniente del mencionado Musa, el también bereber Tariq b. Ziyad, a organizar una gran expedición de 7000 hombres, en su mayoria bereberes, que desembarcaron e instalaron a los pies de una montaña a la que llamaron Yabal Tariq (La montaña de Tariq) y que así mismo conserva tambíen hoy dia su nombre castellanizado, Gibraltar.
La presencia de esta numerosa expedición musulmana, a la que se habían sumado nuevos refuerzos bereberes, en el sur constituía un serio peligro para el rey Rodrigo, quien se encontraba en el Norte tratando de apaciguar a los levantiscos vascones. Rapidamente Rodrigo y el ejército visigodo se desplazaron hacia el sur con el propósito de entrar en contienda con Tariq; el enfrentamiento tuvo lugar a orillas del rio Guadalete, el resultado es de sobra conocido: Rodrigo fue estrepitosamente derrotado; con ello se pondría fin al reino visigodo y la Península Ibérica quedaría abierta a la ocupación musulmana.

La conquista de Granada se produce entre los años 711 y 712 y la lleva a cabo un hijo de Musa llamado Abd Al-Aziz que venía de conquistar Lorca, Baza y Guadix. En ese momento se crea el distrito de Ilvira como circunscripción militar y administrativa. La islamización fue bastante rápida aunque es de suponer que debió existir alguna resistencia por parte de la población mozárabe (cristianos en tierra musulmana) y judía; ambas religiones fueron toleradas y sus practicantes simplemente tuvieron que pagar tributos al nuevo régimen.

Más adelante, en el año 755 la costa granadina recibió a Abd Al-Rahman, descendiente de la dinastía de los Omeyas, quien se asentó primero en Loja para luego ser nombrado emir de Archidona y posteriormente emir de Córdoba. Sin embargo su nueva autoridad, con la consiguiente implantaciónd e la dinastía de los Omeyas en Al-Andalus, no fue unánimemente reconocida y en la provincia de Elvira estallaron una serie de rebeliones incitadas por los mozárabes y a las que se unieron los muladíes (cristianos convertidos al islamismo) que se resolvieron por la vía militar. La culminación de estas revueltas es la ocupación de la qasba (alcazaba) de la Sabika que estaba situada en el lugar que ahora ocupa la Alhambra.
Una vez establecido Abd Al-Ramán como califa de Córdoba (Abderramán III) se inicia en la península una larga época de estabilidad durante la cual Córdoba alcanza su máximo esplendor y Granada se mantiene, hasta el año 1031, sumisa al califato.

 

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Historia de Granada - Ziríes

A principios del SXI, el sistema de gobierno del califato sufre una importante crisis y sus territorios se rebelan y dividen en numerosos pequeños reinos, más de treinta, cada uno de los cuales reclama para sí la legitimidad en la sucesión del califa de Córdoba.

En Granada, se instala la casa de los ziríes que tuvo cuatro reyes hasta el año 1.090 y cuyos principales hitos fueron la elección de de Granada comocapital definitiva del reino y la construcción de edificios que demostraran y asentaran esa condición de capital. Entre estos edificios puede destacarse elpalacio real de la Casa del Gallo, los baños públicos de Al-Chauza (hoy Bañuelo) o el puent del Cadí que salva el rio Darro. Además contruyeron la acequia de Alfacar, que traía agua hasta la capital desde Aynadamar.

Bajo su monarquía también se produjo el primer florecimiento cultural de la ciudad durante el reinado de Ibn Maksan, en el que jugó un papel fundamental el político judío Samuel Ibn Nagrela quien, a la vez, era filósofo, matemático y literato.

Sin embargo, el reinado de los ziríes estuvo marcado de fondo por su falta de legitimidad y, en consecuencia, fueron constantes las disputas internas y las intrigas por hacerse con el poder. Fruto de este ánimo fratricida fueron las guerras vecinales, los asesinatos y la persecución y matanza de los judíos granadinos de 1.066.

 

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Historia de Granada - Almohades y almorávides

Al igual que en el resto de reinos de taifas de la península ibérica, el reino de Granada se caracterizó por su debilidad y por las constantes divisiones y luchas internas. Aprovechando esas ventajas, a finales del siglo XI los almorávides del norte de África desembarcaron en la península dirigidos por Yusuf Ibn Tasufin, quien en esos momentos gobernaba um imperio desde Argel hasta Senegal.

Con ciertas simpatías locales que no veían bien el desgobierno de los ziríes y el apoyo de personajes influyentes como el cadí Abu Yafar, Tasufin entra en Granada en el año 1.090 y destrona al último rey zirí, Abd Allah, e integra los territorios de Andalucía Oriental en su imperio, enfrentándose a otras taifas y a los propios reyes cristianos del norte de la península.

A su muerte, los mozárabes granadinos iniciaron serios levantamientos que pusieron en aprietos a su virrey, Alí Ibn Yusuf. Éstos pidieron apoyo al rey de Aragón Alfonso el Batallador quien al frente de sus tropas inició en el año 1.125 una turbulenta correría que le traería desde Valencia a Murcia y desde allí a asaltar y devastar Baza y Guadix, acampar en Diezma, recorrer tierras de Jaén y Córdoba para volver hacia Loja, saquear la Alpujarra y el Valle de Lecrín y finalmente intentar tomar la propia ciudad de Granada. Agotado tras quince meses de correrías y vislumbrando la dificultad de hacerse con la capital, el Batallador regresa a sus dominios mediterráneos y deja expuestos y sin apoyos a los mozárabes que le habían reclamado, lo que les supuso una severísima represión por parte de los gobernantes almorávides.

A la muerte de Tasufin, último de la dinastía almorávide, serán los almohades (hombres de la montaña) los que intenten ocupar el espacio político vacante y, partiendo del norte de África, ocupen de nuevo los territorios musulmanes de península tras doblegar una tras otra a todas las taifas. En concreto, conquistan la ciudad de Granada en el año 1.157.

Pese a la pretendida estabilidad política de los almohades, no faltaron intentosen diversas taifas por recobrar la indepenciamovidos por intereses locales y poderosas familiasdespojadas de sus anteriores privilegios. En Granada, el más conocido de estos episodios fue el protagonizado en 1.162 por Muhammamad Ibn Sad quien se enfrentó a los almohades en la sangrienta batalla de La Sabika con colaboración almorávide.

Pese a que los almohades consiguieron imponer cierta estabilidad e incluso frenar el impulso conquistador de los reinos cristianos, la victoria de las huestes cristianas en la batalla de Las Navas de Tolosa en 1.212 suponía la apertura de las vías de acceso hacia Andalucía Occidental y el fin del sueño de Al-Andalus.

 

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Historia de Granada - Reino Nazarí

Tras la derrota de las Navas de Tolosa, los cristianos ocupan sucesivamente las ciudades de Córdoba, Sevilla y Valencia, reduciendo los dominios musulmanes a la actual Andalucía Oriental que, para más debilidad, se veían constantemente envultos en luchas intestinas de lo que se ha dado en llamar los terceros reinos de taifas. En esos momentos de crisis aparece la figura de Nasr, de la familia de ls Nasrí originarios de Arjona, que funda una nueva dinastía que traería momentos de estabilidad al último reino musulmán de la península con capital en Granada y con difíciles relaciones con el vecino cristiano.

El reino ocupaba en un principio las actuales provincias de Granada, Málaga y Almería y, en la costa mediterránea, desde Algeciras hasta Águilas (Murcia). El reino se subdividía para su administración y control militar en tres sectores (oriental -Peyyna: Almería-, central -Ilbira: Granada- y occidental -Rayyo: Málaga-) con fortificaciones fronterizas y acuartelamientosque garantizasen el control efectivo del territorio.

En estos más de 30.000 kilómetros cuadrados vivía una población de entre 300 y 400.000 habitantes, muy densa para la época, fruto de diversas olas de inmigración desde el norte de África y desde el resto de la península al haberse convertido en el último refugio para los musulmanes. Étnicamente, la población se componía principalmente de árabes puros que descendían de los antiguos muladíes y bereberes norteafricanos. Había también algunos conversos al cristianismo y pocos mozárabes (recordemos que por cuestiones políticas habían sido prácticamente exterminados). Junto a ellos coexistían grupos muy minoritarios como los judíos o los comerciantes extranjeros, mayormente genoveses, y hasta algunos esclavos subsaharianos.

Durante este período, se produjo un fuerte impulso organizador que llevó a un notable crecimiento de las ciudades. Se estima que Granada pudo sobrepasar los cincuenta mil habitantes, Málaga los veinte mil y otras ciudades importantes como Almería, Ronda, Loja, Guadix y Baza se acercaban a los diez mil.

En la economía de este período, el agua se convirtió en un elemento central, tal vez por los orígenes desérticos no olvidados de la población. Todas las ciudades se asentaban junto a los cauces de los rios y generaron importantes infraestructuras para el manejo del agua, bien con fines agrícolas, bien para los usos urbanos. Este uso intensivo del agua junto a la habilidad para explotar los cultivos de secano, dio lugar a una riquísima agricultura y más allá del tradicional cultivo del cereal, el viñedo y el olivo, se intensifica la producción de almendras, higos, naranjas, limones, peras, manzanos, granados y todo lo que se adaptase al terreno. En ciertas zonas se produce una especialización; así en la Alpujarra y la Axarquía se cría el gusano de seda, en la costa se introduce con éxito la caña de azúcar, en el valle del Almanzora se recogen cantidades notables de miel... Losminerales son también explotados con intensidad y se extrae mármol de Macael, plomo de Berja, hierro de la Sierra de los Filabres, Mercurio de Bayarque, galena de Baza... Toda esta producción implica la existencia de una industria manufacturera capaz de transformarlos y de comercializarlos y en las ciudades aparecen alcaicerías en donde los artesanos tuercen la seda y elaboran toda clase de tejidos y donde se rodean de toda clase de artesanos: orfebres, talladores, curtidores... El comercio se realizaba en la moneda acuñada en la ceca de Málaga, el dínar, que según su valor se denominaba mizcal, pesante o seyén.

La cultura también conoció un importante auge durante el reinado de los nazaríes convirtiéndose en puente entre Oriente y Occidente y, junto a esa joya de la arquitectura universal que son los palacios de la Alhambra y el Generalife, florecieron las artes y las ciencias con personajes como Ibn Tufail (médico), Al-Garnatí (viajero y cronista), Ben Said (poeta) o Abú Hayyan (filólogo). Entre todos ellos destacan los sabios Ibn Al-Jatib e Ibn Zamrak quienes escribieron numerosas obras sobre historia, filosofía, relatos, poesía y todo lo que constituía el saber en la edad media.

 

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Historia de Granada - Reyes nazaríes

La implantación de la monarquía nazarí en el nuevo Reino de Granada no fue tarea fácil. Muhammad I y su sucesor Al-Ahmar tuvieron que enfrentarse a sus propios hermanos y a numerosas insurgencias para conseguir estabilizar el régimen político. Éste último consiguió hacerse definitivamente con el porder en el año 1.238, cuando es por fin aclamado como rey y desde la colina de La Sabika (cuenta la leyenda) decidió iniciar la construcción de una alcazaba que con el paso de los siglos se convertiría en la Alhambra. Desde ese momento se dedica a pacificar el reino y a sofocar las continuas sublevaciones y culmina su tarea en el año 1.245 con la toma de Almería. Al año siguiente consiguió establecer un pacto con los pujantes reinos cristianos del norte, el Tratado de Jaén, por el que quedaban fijadas unas fronteras relativamente estables a cambio de prestar vasallaje y pagar tributo a Fernando III de Castilla. Con esto, en teoría, el nuevo y último reino musulmán de la península se aseguraba cierta estabilidad para los años venideros aunque la realidad fue que los dos siglos largos de monarquía nazarí en Granada fueron una sucesión de sublevaciones, represiones, correrías, traiciones, cambios de monarca y lenta pero constante pérdida de territorio.

Curiosamente, la pujanza socioeconómica de la ciudad y la construcción de los palacios y fortalezas de la Alhambra siguieron siempre adelante sin verse interrumpidos por el devenir político, lo que convertía a Granada en la más rica y activa ciudad de la península.

A Alhamar le sucedió en el trono Muhammad III “el ciego”, destronado al poco tiempo por su propio hermano quien, a su vez, fue destronado por su sobrino Ismail. Con Ismail I la ciudad conoció una época de particular esplendor y crecimiento del reino en el que se consiguió detener al enemigo cristiano e incluso hacerlo retroceder ligeramente. La mayor derrota de las huestes cristianas tuvo lugar en el año 1.319 en la batalla de Sierra Elvira, hecho que figura inscrito en el pórtico de entrada al Generalife. A Ismail I le sucedió Muhammad IV, el cual perdió la vida por los pactos e intrigas en que se vio envuelto con la tribu guerrera norteafricana de los meriníes, sucedido a su vez por Yusuf I “el justo” en 1.333 quien dio un especial impulso a la ciudad, al comercio y a las artes y las letras pese a verse sometido de nuevo a la intensa presión de los reinos cristianos y perder una parte sustancial de su territorio tras la calamitosa batalla del Salado en 1.340. Bajo Yusuf I la Alhambra recibió uno de los mayores impulsos y se edificaron el Cuarto de Comares, la Sala de la Barca, el Patio de los Arrayanes, la Puerta de la Justicia, la Torre de los Siete Suelo, los Baños Reales y la Torre de la Cautiva. Además, en la ciudad se construyeron la Madraza, la Gran Mezquita y la Fondak (actual Corral del Carbón) junto con otros edificios civiles y palacios construidos por la nobleza local al amparo de los notables progresos económicos y sociales manifestados en la publicación de un Código civil y religioso bajo el cual se regían todos los ciudadanos.

Asesinado Yusuf I en una mezquita en un momento de crisis interna, le sucidió Mohammad V, destronado a su vez por Muhammad VI mediante intrigas palaciegas, las mismas que le costaron la vida al ser asesinado por Don Pedro I en los Alcázares sevillanos. Esto permitió el regreso de Mohammad V quien en esta segunda oportunidad dio un nuevo impulso a la ciudad, a las letras y a la misma Alhambra, levantando el Patio de los Leones y la Puerta del Vino.

A partir de este momento, en el siglo justo que va desde la muerte de Mohammad V en 1.391 hasta la toma de la ciudad por las tropas cristianas, el reino es gobernado por emires carentes de autoridad y constantemente reemplazados por familiares envueltos en constantes intrigas palaciegas o dominados por poderosas familias como la de los Abencerrajes. Para hacerse una idea, en este siglo gobiernan, entre otros, Yusuf II, Muhammad VII, Muhammad VIII, Muhammad IX, Saad y Muley Hassan (Mulhacén). Todo este siglo está marcado por el lento goteo de plazas perdidas en favor de de los reinos cristianos que se dirigían lenta pero inexorablemente hacia la capital del reino, la propia Granada.

 

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Historia de Granada - Toma de Granada

La toma de Granada es, en realidad, mucho más que el sitio y captura de la ciudad; es una auténtica guerra que dura once años (1.482-1.492) y que se inicia con la toma de la plaza de Alhama.

Los dos factores determinantes de la victoria cristiana fuero, por un lado, la pujanza económica y militar de los reinos cristianos peninsulares, acrecentada por la unión de las coronas de Castilla y Aragón en las personas de sus monarcas Isabel y Fernando y, por otro lado, la cada vez mayor debilidad del reino de Granada constantemente envuelto en intrigas palaciegas que impedían la estabilidad en el poder de los sucesivos emires.

En 1.483 el emir Muley Hassan es destronado, mientras intentaba en vano recuperar la ciudad de Alhama, en una conspiración urdida por su propia esposa Fátima con ayuda abencerraje para entronizar a su hujo Muhammad XII (conocido como Boabdil “el chico”). Muley Hassan se refugia con sus huestes en el castillo de Mondújar junto a su hermano y lugarteniente El Zagal y, con el apoyo de la poderosa falmilia de los Venegas, logra vencer a las tropas de Boabdil en la batalla de la Axarquía en 1.483. De este modo se inicia en Granada una guerra civil que consigue ganar Boabdil gracias al apoyo prestado por los Reyes Católicos a cambio de rendirles vasallaje.

Muerto Muley Hassan, Boabdil y El Zagal (sobrino y tio) acuerdan repartirse el reino por mitades; la oriental para Boabdil y la Occidental para El Zagal, lo que debilita aún más sus posibilidades de supervivencia. Al poco tiempo los Reyes Católicos consiguen el control de la zona occidental tomado Ronda en 1.485 y Málaga y las demás ciudades en los tres años siguientes, gracias a la rendición de El Zagal que acepta entregar los territorios, rendir vasallaje a los Reyes Católicos y prestar apoyo para la toma de Granada a cambio de conservar tierras y servidumbres.

Por su parte, Boabdil fue capturado en la defensa de la ciudad de Loja pero fue liberado con la condición de rendir la ciudad de Granada, pacto que evidentemente incumplió. Por ello, los Reyes Católicos establecen frente a la capital el Campamento de la Santa Fe en 1.489 el cual, tras un devastador incendio fue convertido en ciudad en 1.491.

El constante asedio de la capital y su consiguiente aislamiento y el descontento popular frente a las miserias del asedio, las hambres y las enfermedades, obligan a Boabdil a rendirse. La rendición se plasma en el histórico documento de las Capitulaciones que supone, además de la rendición y toma de Granada, el fin del último reino musulmán de la península y de ocho siglos de ocupación musulmana. En el lado cristiano, la toma de Granada significa el fin del avance hacia el sur lo que exigía la apertura de nuevos horizontes (casualmente andaba por allí un tal Cristóbal Colón).

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